miércoles, 5 de septiembre de 2007

Capítulo # 2: "Viajando en el tiempo con un flaite"

jorgesossa.blogspot.com
Luego de atravesar el portal dimensional, Huichilo, Cachilo y Yanista aparecieron en el borde de un acantilado. Al frente vieron un enorme mar que se diluía  a lo lejos. A sus espaldas, una gigantesca pared de tierra cubierta de pasto y arbustos; en sus caras, un gélido viento inundaba sus pulmones. Jamás en sus cortas vidas habían apreciado tan magnífica geografía donde el cielo, la tierra y el océano forman un triunvirato de belleza.

Pese a lo anterior, estaban muy asustados pues no tenían idea dónde se encontraban, ni menos cuál sería su destino inmediato.

- ¡Pero qué chingada es esta cabrón! –Exclamó Cachilo.
- ¡No mames, wey! Este lugar es muy alto y yo ya me estoy mareando hermano.
- ¡Híjole que yo también! Será mejor que salgamos de aquí.
- ¿Y tú Yanista? No que no sabías hablar español… - Le preguntó Huichilo.
- ¿Y cómo creen que me iba a escapar de los españoles? Estaba segura de que un par de tarados les hablaría en castellano.
- ¡O sea que te aprovechaste de nosotros! –Le reclamó Cachilo.
- Noooh. Todos nos ayudamos mutuamente.


De pronto, los tres viajeros fueron sorprendidos por unos ladridos que provenían desde un sendero que estaba veinte metros más arriba. Aquel poderoso sonido los alertó de sobremanera. pues pensaron que se trataba de un monstruo horripilante, pero se preocuparon aún más cuando divisaron al perro que los provocaba. Se trataba de un pastor alemán marca “revoltoso” que fue de inmediato a su encuentro.

- ¡Viene para acá! ¡Yo me voy!
- ¡Espera Huichilo! ¡Si corres será peor! Ese animal parece ser amistoso, mira cómo mueve la cola. – Le explicó Yanista, quien había tenido, como mascotas, a unos chihuahuas (jamás perros más grandes que esos).


El can se les abalanzó para que jugaran con él. En el mismo sendero desde donde salió, emergió la figura de un joven que en nada se parecía  a ellos. Era alto, flaco, moreno, usaba pantalones extremadamente anchos, tan así, que los portaba más abajo de la cintura, poseía una polera amplia con dibujos de básquetbol y un jockey roñoso que tapaba ligeramente su pelo.

- ¡Roooocky! ¡Roooocky! ¡A ‘onde te fuiste perro aweonao!! – Le exclamó a su perruno amigo.


Hasta que divisó a su mascota que estaba siendo acariciada por los indios mexicanos. El choque de dos culturas, muy distintas entre sí, se hizo realidad. Frente a frente se observaron a lo lejos sin decir palabra alguna, hombres precolombinos y el urbano dueño del perro.

- ¿Y ustedes quiénes son? – Les preguntó el muchacho que tiritaba de la impresión.
- ¿Tú también hablas español? –Le respondió Huichilo.
- Si po’, demáh. ¿Pero ustedes por qué están casi en pelota?
- ¿En cuánto? Somos tres descendientes de mayas y nuestros nombres son Huichilo, Cachilo y Yanista. ¿Tú quién eres?
- ¡Hao! Yo ser chileno y mi nombre es Marcelo González, pero poder decirme Chelo. ¿Qué hacen acá en Chile?
- ¿Chile? ¡Qué picante suena eso!
- ¿Y voh te creí cuico indio?
- Perdón, pero no sé a qué te refieres… - Huichilo.
- ¿Y ese escudo?
- No es un escudo, es un calendario circular. Gracias a él llegamos hasta acá.
- Sí y yo soy Superman - El Chelo fue rumbo hacia ellos y tomó en sus manos el objeto sin saber qué hacer con él.
- ¡Cuidado! Es peligroso que juegues con eso – Le sugirió Cachilo- Si lo rompes jamás volveremos a nuestro hogar…
- Tranquilo huacho que yo soy experto en graffiti. Miren, aquí hay un sol… al lado hay un círculo con puntos… y más allá hay una serpiente.
- ¿Y eso qué significa? – Yanista
- Se dice el milagro, pero no el santo po’. Aparte que no les creo ni una weá que son mayas, pa’ mi que son peruanos ilegales…
- Te digo que somos mayas… ¿dónde está tu tribu?
- Mi tribu son los cabros de Puertas Negras de acá de Playa Ancha.
- ¿Y quién es el jefe? Yo soy po’. Yo organizo todos los cogoteos que le hacemos a los choferes de las micros…
- Espera un poco chileno, que no te entendemos ni jota. ¿Sabes dónde están los españoles?
- En España po, ¿dónde más van a estar?
- ¡Cómo! ¿No se supone que están en todo el valle de los aztecas, mayas y toltecas?
- ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja! ¿Qué se fumaron? ¡Ustedes sí que andan perdidos! Si esos lonyis se fueron hace rato. Bueno no les sabría decir exactamente, porque siempre me saqué puros rojos en historia…
- O sea que efectivamente avanzamos en el tiempo. – Comentó Yanista a sus compatriotas.
- El viejo sacerdote tenía razón, wey. ¿Qué haremos ahora? ¿Cómo regresaremos a casa? – Se preguntó Huichilo
- Si mal no recuerdo, vato, nos platicó de que la clave para viajar en el tiempo está en este calendario, cabrón. – Le comentó Cachilo a su hermano.
- ¡Chingue su madre viejo de mierda! ¡Cómo fuimos que le hicimos caso wey!
- ¡Guau! ¡Guau! Guau! – Ladró Rocky que miraba toda la escena- se acercó hacia su amo y lamió un orificio que estaba en el centro del calendario.
- ¿Y este hoyo? – Le preguntó Cachilo a Yanista
- No sé. Supongo que representa el centro del Universo…


Sin esperar más y antes que Yanista pronunciara una palabra para prevenirlo, el Chelo metió su dedo. Inmediatamente se abrió un portal dimensional en el sendero. Con curiosidad canil, Rocky corrió con todas sus fuerzas hasta él y lo cruzó en un dos por tres. Todos los humanos se miraron con cara de preocupación.

-¡Chucha! ¡Qué weá hice! – Se lamentó el rapero González.

Los tres indios subieron rápidamente por el cerro y también entraron. El Chelo, en tanto, viéndose sólo en aquel paraje, no le quedó otra que hacer lo mismo.

Todos los personajes aparecieron en una verde pradera que tenía como telón de fondo una alta y blanca cordillera. Cerca de allí había un bosque de árboles muy altos que parecían rascar el cielo con sus ramas. Algo malo presentían de aquella bella calma. De hecho, el perro muy nervioso le ladró a su amo para que se moviera y corriera, pero éste no le supo entender lo que le quería decir. De pronto, y entre la vegetación salió una manada de dinosaurios pico de pato corriendo con gran rapidez. Tras esto, cayeron varios árboles al tiempo que surgía un tiranosaurio rex que buscaba con demencia una presa. Ante tan magnífica escena, Cachilo quedó estupefacto y fue llevado de un ala por Yanista que invitó al grupo a correr. Con el calendario en la mano, el Chelo logró abrir un nuevo portal y por él se metieron todos menos los reptiles.

Luego emergieron un en paisaje desértico y rocoso. En la zona baja del valle había un numeroso grupo de personas vestidos con trapos mirando hacia una montaña. Bajando de ésta había un personaje canoso y con una barba exuberante. En sus manos portaba un par de tablas que levantó mirando hacia el cielo y todo el pueblo se arrodilló a sus pies al tiempo que les hablaba con gran energía. En medio del discurso, y como no entendían nada de lo que se estaba diciendo, Yanista y compañía empezaron a murmurar en voz baja detrás de un risco. En tanto, Rocky salió corriendo hacia el personaje orador y Chelo fue tras él. Esto claramente fue observado por todos quienes estaban mirando hacia el monte y como no sabían de dónde había salido tan enigmático ser vestido con ropas anticuadas, creyeron que era un enviado de Dios y se le arrodillaron implorándole clemencia ante la mirada incrédula del hombre que portaba las tablas.

- ¡El calendario! ¡Utiliza el calendario! – Dijo con desesperación Huichilo que corría hacia el Chelo quien no sabía qué hacer.


Nuevamente se abrió el portal y entraron ahí Chelo, su perro y sus nuevos amigos. Ante esto, una persona que miró cómo desaparecían guiados por un perro, recomendó a los demás que le hicieran una estatua dorada al animal para adorarle.

Ya en otro paraje, nuestros “amigos” se alinearon de espalda contra espalda para saber si estaba todo bien o tendrían un nuevo peligro. De pronto, sintieron que la tierra temblaba y que varias voces gritaban desde dos direcciones contrarias. Por un costado venía galopando a toda velocidad un enorme ejército armados con flechas, lanzas y espadas; por el otro, otro ejército casi tan populoso como el anterior y con las mismas armas. Ellos, estaban justo al medio de un futuro campo de batalla. Consternado, el Chelo entendió lo que debía hacer y dijo para sí:

- ¡Chucha! ¡Las weás que pasan por meter el dedo en el hoyo!


De esa forma, todos se libraron de morir en un combate cualquiera. Ahora su destino fue el desierto. Ahí observaron que, a sólo unos 500 metros más allá, había vegetación que circundaba un río. Pero antes de examinar de qué territorio y época se trataba fueron acorralados por unos hombres que estaban con el torso desnudo y con un velo en sus cabezas. Amenazados por unas cuantas flechas, a los viajeros no les quedó otra que entregarles el calendario circular y ser conducidos como prisioneros. Ahora ya no había escapatoria posible…

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