lunes, 3 de septiembre de 2007

Capítulo # 1: "El Dorado"

jorgesossa.blogspot.com
La siguiente historia comenzó hace mucho tiempo en un lugar muy lejano. Aquel paraje estaba lleno de vegetación y animales salvajes que vagaban por quebradas, cerros, ríos y lagos. Era un enorme territorio ubicado al sur de México y que hoy se conoce como península de Yucatán.

Corría el año 1520 de la era cristiana y un par de jóvenes indígenas deambulaban por la selva buscando agua y comida. Por aquellos días los conquistadores españoles arrasaban con todo a su paso para encontrar “El Dorado”, mítica ciudad americana hecha totalmente de oro.

Así, los jóvenes vieron a lo lejos a uno de los grupos que buscaban afanosamente la preciada ciudad.

- ¡Caramba! ¡Qué feos son los españoles wey!
- ¡No hables tan fuerte que nos pueden oír!
- Pero míralos nada más. Si parece que fueran monos con tantos cabellos que les salen de sus carotas, cabrón.
- Síiiiiiiiiiiiii. Literalmente están de pelos, wey.


Desde una rama cercana, bajaba sigilosamente una serpiente que los acechaba.

- ¡Ay cabrón! ¿Ya viste eso?
- ¿Hum?
- Tienen a una mujer prisionera y no se ve tan española que digamos. Más bien parece una descendiente maya al igual que nosotros, wey.
- ¡Ay caray!


De improviso, uno de ellos notó que se le aproximaba peligrosamente una serpiente y pegó un fuerte alarido. Los hispanos los divisaron y corrieron hacia ellos hasta capturarlos. Con una golpiza, digna de policía canadiense, lograron que los aborígenes hablaran.

- ¿Saben castellano? - Les preguntó el mandamás del grupo.
- Sí, pues. ¡No mames cabrón!
- ¡Indio insolente! ¡Ya verás! - El español le dio un par de tremendas cachetadas
- ¿Cómo se llaman?
- Pues mi nombre – contestó el otro cautivo - es Huistchilopostl, pero me pueden decir Huichilo y mi hermano se llama Castchilopostl, pero le pueden decir Cachilo y… ¡Chinguen su madre cabrones! ¡No nos simpatizan! - A este último le pegaron varias patadas antes de seguir con el interrogatorio.
- ¿Cómo aprendieron nuestro idioma?
- El cura Patricio, él nos enseñó su religión e idioma. Nos contó que los españoles son gente buena, pero veo que nos mintió. Porque aquella mujer, que está mirando, es su esclava ¿cierto? – Les inquirió Cachilo.
- Deduces bien indiecito, ella es una sobreviviente maya, y nos guiará junto a ustedes hacia “El Dorado”.
-  Pero si nosotros no sabemos dónde queda eso…
-  No importa, ella sabe, pero no habla castellano, así que ustedes serán nuestros intérpretes.


Cachilo y Huichilo fueron llevados a la fuerza por los hombres acorazados y luego de caminar en silencio por varias horas se detuvieron frente a una bella cascada.

- Cachilo, pregúntale a la mujer por qué nos detuvo aquí. - Le ordenó el jefe de la patrulla.
- Oye, ¿cómo te llamas? - Le preguntó a la mujer en el idioma maya.
- Yanistapostl, pero me puedes decir Yanista. Tengo un plan y quiero que tú y tu amigo me ayuden para que así nos libremos de estos españoles.
- Claro, no faltaba más. Dinos qué podemos hacer.
- Verán, esta fuente es maligna. Hace algunos años un brujo de mi tribu le echó un poder para que todo aquel que se bañase en sus aguas muera inmediatamente. Si los convencemos para que se den un buen chapuzón podremos ser libres.
- Pues órale. La neta es que es una excelente idea. ¿No es cierto hermanito?
- Como que es una chava bien padrísima, wey. Echémosle pa’ delante no más. Ustedes silencio que yo me encargo de todo - Les comentó Huichilo.
- ¿Qué sucede? ¿Por qué hablan tanto? – Los interrumpió el europeo.
- Tranquilo español, ya nos contó todos los secretos de la cascada. Se trata de nada más y nada menos que de la Fuente de la Juventud. – Le indicó Huichilo.
- ¿Y qué es eso?
- Pues como su nombre lo indica, todo aquel que se bañe en sus aguas será joven e inmortal para siempre.
- ¿Y cómo sabemos que no nos mienten?
- Inténtalo. ¿Qué le hace el agua al pescado?
- De alguna manera tienes razón indio de pacotilla. ¡Soldados! Bañémonos todos.
- ¡Eeeeehhh!!! - Gritaron sus dirigidos al unísono.


Cuando la mayoría se tiró al agua, entre Cachilo y Huichilo empujaron al resto y miraron desde lejos cómo los otros envejecían en unos pocos segundos hasta que se les pudrieron las carnes y quedaron en los huesos. Uno de ellos alcanzó a salir y se llevó consigo a Yanista desapareciendo ambos en la fuente.

-¡Qué lástima! Era bella la chava - Comentó Huichilo.
-No es tiempo de lamentarse hermano, seguramente debe haber otros españoles que están por aquí cerca y sin nos ven, seremos nuevamente prisioneros, cabrón.


Salieron de allí y se internaron en la jungla que estaba detrás de la fuente. Curiosamente al abrirse paso entre la maleza, encontraron la ciudad perdida que tanto andaban buscando sus captores.

Bella como ninguna otra, la ciudad brillaba más que el sol. Poseía enormes templos y varias de sus construcciones eran pirámides escalonadas. Todas absolutamente de oro. Tal maravilla de arquitectura los dejó asombrados.

-¡Ay caray! ¿Ves Huichilo lo que mis ojos ven?
-Sí. ¡Esta ciudad está de pelos!


No obstante, no estaban solos, a sus espaldas y sin que se dieran cuenta, se hallaban los mismos españoles que habían muerto, supuestamente en la fuente, acompañados por Yanista, amarrada de pies y manos.

- Mirad lo que tenemos acá: Los dos infelices creyendo que se saldrían con las suyas. – Les comentó el líder hispano.
- ¡No que estaban muertos! - Comentó sorprendido Huichilo.
- Al parecer esa fuente no mata a nadie, simplemente crea la ilusión óptica que morimos, pero ya ven, aquí estamos y más encima, encontramos la ciudad perdida. Ahora, soldados. ¡Saquen sus armas! ¡Apunten! y…
- ¡Alto! - Gritó una voz que retumbó en el lugar.
- ¿Quién está ahí? ¡Identifíquese!
- Si disparan los mataré a todos - Desde de uno de los templos salió un hombre entrado en años con una túnica blanca y con unos laureles en las orejas- Soy el sumo pontífice y único habitante de esta ciudad sagrada. Han invadido mi territorio y deberán pagar por sus actos.
- ¿Y qué vas a hacer anciano? ¿Darnos una maldición?


El hombre oró en voz alta en un idioma desconocido para todos. Del cielo bajaron espesas nubes que cubrieron totalmente la visión a los invasores. De esa manera, Huichilo y Cachilo alcanzaron a Yanista y la desamarraron. Cuando terminaron, el sacerdote inmovilizó a los europeos y se acercó a los indígenas.

- Hace tiempo que los estaba esperando. El calendario que tengo en mi templo me indicó que tres jóvenes descendientes de los antiguos mayas, llegarían hoy para salvar a la humanidad de la debacle que se viene para los próximos siglos. Ustedes sólo tienen que ir hasta el interior de la pirámide que ven al fondo y encontrar un calendario; a su derecha habrá una puerta dimensional. Si la cruzan, viajarán por el tiempo y conocerán otras civilizaciones. En cada una de sus visitas tendrán la misión de rescatar siete piedras doradas. Cualquier cosa que necesiten, me llaman.

- Ay, sí, cómo no. ¿Usted cree que le vamos a creer eso? - Dijo Cachilo.
- Si no lo hacen, morirán junto con los españoles.
- Será mejor que le hagamos caso muchachos, no hay otra opción. Este hombre nos acaba de salvar las vidas. A propósito - dirigiéndose Yanista al sacerdote - ¿Cómo se llama usted?
- Mi nombre es Athalayuskempentenraja, pero no creo que se acuerden y ya váyanse; quedan pocos segundos antes que esta ciudad desaparezca absorbida por la selva. Así está escrito en el calendario.

Con tanta fuente de la juventud, ciudad dorada y cosas por el estilo, el trío no lo pensó más y corrió hasta la pirámide mientras un gran terremoto sacudió la zona abriéndose la tierra en numerosos lugares, incluyendo el sitio donde estaban los españoles que cayeron en una profunda zanja perdiéndose en el abismo. Ya dentro de la construcción, encontraron rápidamente el calendario circular que estaba colgado en una de las paredes. En su interior sólo había jeroglíficos, que no pudieron descifrar en ese momento y como la pirámide se estaba cayendo a pedazos, cruzaron la puerta energética. Al traspasarla, vieron una luz muy brillante que los cegó por algunos segundos, pero al recuperar la vista, observaron algo notable…

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